En el ejercicio del derecho a la libertad de expresión garantizado por nuestra Constitución los estudiantes del Comité de Acción de Estudiantes de Derecho (CAED) colgaron una pancarta desde el tercer piso de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. El banner, de unos treinta pies de largo, expresa que razones sobran para luchar, y no se equivoca.
Y sí, muchas son las razones para luchar y día tras días se añaden nuevas. Vimos desmantelar un proyecto comunitario innovador como el Fideicomiso del Caño Martín Peña; proyecto diseñado para superar la pobreza y la degradación ambiental. Vimos como 17,000 puertorriqueñas y puertorriqueños fueron despedidos del sector público mientras asesores y asesoras de Fortaleza se llenaban (y se llenan) los bolsillos con sueldos jugosos. Asistimos al violento asesinato del Colegio de Abogados y Abogadas que más que un gremio es una garantía de acceso a la justicia de los y las que menos tienen. No podemos olvidar el Corredor Ecológico del Noreste, las Alianzas Público Privadas, las reiteradas violaciones a los derechos civiles de los ciudadanos y ciudadanas, muchos de ellos niños y niñas de nuestras Escuelas Públicas; sufrimos la censura, la represión y la insensible actitud de nuestros y nuestras representantes hacia las y los residentes de Villas del Sol. No hay duda que estamos presenciando el desmantelamiento de un país y sus instituciones, desmantelamiento que, según el Hon. Martínez Torres, es legítimo porque es el deseo del partido que prevaleció en la elecciones.
El ejercicio violento del poder ha sido, desde siempre, características de regímenes represivos, regímenes que buscan anular la diferencia y la disidencia a través de la coerción. Claro, no siempre esa coerción es física, existe también lo que Pierre Bourdieu denominaría como violencia simbólica, una violencia que impone a los otros y otras las ideas de unos pocos y unas pocas, ideas que no hacen otra cosa que homogeneizar a los otros a quienes se busca reducir. En ese sentido, la resistencia no sólo es un derecho, es más bien la obligación de quienes creen en la democracia y en la justicia social.
Por eso, los y las estudiantes de la Escuela de Derecho hicieron un llamado a despertar de la apatía y vivir en la empatía. Acompañados de plenas y consignas, una vez más se hicieron sentir, invitando a todos y a todas a construir un proyecto solidario de país, a defender la democracia y a luchar, que para luchar sobran las razones!!!
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